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Necesarios ajustes estratégicos en el tercer sector
por Alfredo Carrasquillo
martes, 21 de junio de 2022
Eventos con el potencial de transformar de manera positiva la vida de los países y catástrofes que impactan de forma negativa la vida de los pueblos suelen llamar la atención de los inversionistas sociales e impulsar cambios en los patrones de donación de las instituciones filantrópicas y de cooperación alrededor del mundo. Cuando la liberación y eventual elección presidencial de Nelson Mandela en Sudáfrica anunciaba tiempos de cambios profundos en esa nación africana, las organizaciones del tercer sector en la tierra de Desmond Tutu se convirtieron en espacio privilegiado de inversión de fundaciones interesadas en impulsar, acelerar y profundizar esos cambios. Del mismo modo, cuando los huracanes Irma y María devastaron a Puerto Rico, fundaciones que nunca habían incluido o que hacía mucho tiempo no ponían a nuestra isla en su lista de prioridades vieron en la respuesta al desastre atmosférico y sus consecuencias una tarea justa y necesaria.
Paradójicamente, un par de eventos catastróficos como los huracanes de 2017 trajeron un marcado crecimiento en la inversión filantrópica en Puerto Rico; una renovación, ampliación y diversificación de la conversación entre donantes sobre las prácticas filantrópicas a privilegiar en la isla; y llevaron a otro nivel la capacidad de gestión y actividad programática de muchas de nuestras organizaciones sin fines de lucro. No sin dolores de crecimiento, ese impacto supuso un antes y un después en la vida de muchas empresas sociales, ampliando significativamente el alcance de sus esfuerzos y promoviendo una vitalidad que, en muchos casos, todavía perdura.
Según nos acercábamos al cambio de siglo, varios líderes visionarios en el tercer sector sudafricano supieron atisbar a tiempo lo inevitable: que la luna de miel de los donantes con la transformación de la nación arcoíris iba, tarde o temprano, a concluir. Aquellas organizaciones no gubernamentales que fueron capaces de diversificar a tiempo su dependencia pudieron capear los vientos de cambio que supuso el giro en los patrones de donación hacia otras prioridades y destinos de inversión. Las que no lo hicieron, o no lo lograron a tiempo, vieron muy disminuida su capacidad de gestión.
Acercándonos ya al quinto aniversario del embate de Irma y María y ante nuevas emergencias y urgencias en otras latitudes del planeta, sería iluso pensar que Puerto Rico va a poder sostener el mismo lugar de privilegio como destino de inversión filantrópica, tanto más cuando el comportamiento de la economía y del mundo de las inversiones apuntan a que el rendimiento de los fondos dotales de las entidades filantrópicas va a verse limitado y sus donaciones, como consecuencia inevitable, reducidas.
Si a eso le sumamos el aumento en los costos de operación, la necesidad de mejorar las condiciones laborales para reclutar y retener talento y las reducciones adicionales a la inversión pública estatal en el financiamiento del sector social, es posible que se acerquen tiempos de renovados y complejos desafíos para las organizaciones del tercer sector. Sin bien muchas de estas entidades van a poder capitalizar en los fondos de recuperación, para impulsar proyectos en beneficio de las comunidades y poblaciones a las que sirven, no hay duda de que estamos frente a una coyuntura que exige ajustes estratégicos a las empresas sociales. El tiempo apremia.
Fuente: El Nuevo Día https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/necesarios-ajustes-estrategicos-en-el-tercer-sector/