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De quejas, culpas y responsabilidades

por Alfredo Carrasquillo

martes, 21 de noviembre de 2023

Hace unos días, en Madrid, el colega Francisco Alcaide nos recordaba que existen cuatro actitudes posibles frente a una situación: negación, queja, culpa y responsabilidad. Por momentos parece que, en Puerto Rico, la queja es una especie de pasatiempo nacional, sobre todo, cuando resulta conveniente para ubicarnos en el lugar de víctimas de personas y circunstancias. No me refiero, por supuesto, a situaciones serias y dramáticas como el maltrato infantil o la violencia de género, donde los responsables son los victimarios y deben enfrentar todo el peso de la ley. Son otros los escenarios a los que quiero hacer referencia.

Tomemos, por ejemplo, hospitales que se van a la quiebra o tienen que buscar compradores para prevenir la bancarrota. Inmediatamente se enarbola la bandera de los abusos de los planes médicos, del desastre de la reforma de salud y del desmantelamiento del sistema público de salud primaria, para no tener que rendir cuentas sobre lo que seguramente fueron pésimas prácticas administrativas. Al decir esto, no pretendo señalar que la estructura de nuestro sistema de salud sea óptima, que los planes médicos sean monjitas de la caridad o que no fuera una lástima la desarticulación del modelo Arbona en el país. A lo que apunto es a algo diferente: si esas fueran las únicas razones para la quiebra de hospitales, todas las instituciones de salud en el país estarían en condiciones igualmente precarias. La realidad es distinta: a pesar de operar en el mismo ecosistema y enfrentar desafíos parecidos, hay hospitales muy saludables financieramente y que evidencian los resultados de buenas prácticas gerenciales. ¿Qué impide que, además de denunciar aquellas externalidades que afectan la capacidad de gestión organizacional, haya igualmente la valentía y la honestidad para dar cuenta de errores y tropiezos administrativos? Pero no. Se elige sacudirse de la responsabilidad, posicionarse como víctimas y culpar a otros.

Algo parecido ocurre con la clase política del patio. Los que han gobernado culpan a las limitaciones del actual estatus político o a las malas prácticas del bipartidismo como únicas causantes de la precariedad económica isleña. Todo habrá de solucionarse, pareciera que mágicamente, cuando se consiga la estadidad, se declare la independencia, se desarrolle el estado libre asociado o se desplace a la casta política. Nos roban la posibilidad de transformar el presente con promesas huecas de futuro sin planes concretos y precisos para su articulación. Vamos a ver, soy el primero en insistir en que el modelo colonial vigente es insostenible. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya espacio para articular iniciativas y proyectos de desarrollo y crecimiento económico que vayan más allá de las ayudas federales y la economía del desastre. Pero no. Se elige sacudirse de la responsabilidad de crear esas rutas y se limitan a repartir culpas y pretender entretenernos con promesas vacías de futuro.

Denunciemos lo que entendemos injusto. Aboguemos por cambiar lo que no funciona o puede funcionar mejor. Pero hagámonos cargo de transformar hoy lo que se puede mejorar. Sacudámonos del lugar de la víctima, sin dejar de denunciar a los victimarios. Dejemos de reducir el diálogo público a la demonización del otro. Dejemos de esperar por futuros inciertos, por salvadores, rescatadores o por el Powerball. Asumamos hoy, juntos, la responsabilidad de construir organizaciones robustas y un país diferente. El tiempo apremia.

Fuente: El Nuevo Día https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/de-quejas-culpas-y-responsabilidades/