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De emprendedor a líder de un equipo

por Alfredo Carrasquillo

Así como emprender supone un sinnúmero de desafíos, hacer crecer el negocio y constituir un equipo de trabajo para escalarlo conlleva otra serie de retos igualmente significativos. Tal vez al inicio eras una especie de hombre o mujer orquesta, encargado de todos los frentes. Sin embargo, el éxito inicial trae consigo la necesidad de formar un equipo al que puedas delegar responsabilidades que antes atendías personalmente. Ese paso exige nuevos aprendizajes y destrezas que te permitan moverte de la operación diaria a una visión más estratégica de la empresa.

Evolucionar hacia esa nueva etapa del emprendimiento suele verse obstaculizado por errores comunes: resistencia a delegar efectivamente; dificultad para ejercer autoridad con el equipo; ausencia de prioridades claras para organizar el trabajo; escasa apertura al aprendizaje y al desarrollo de nuevas competencias de liderazgo; y poca flexibilidad para adaptarse a los cambios del negocio y la industria.

Más allá de evitar estos escollos, es crucial entender que, aunque la ruta y el ritmo de cada emprendedor son únicos, siempre es posible aprender de la experiencia de otros e identificar referentes para innovar y crecer. Conviene cultivar y sostener una pasión inquebrantable por la misión del negocio, acompañada de métricas claras que motiven al equipo hacia mayores logros. Esa energía no puede depender de que todo salga bien; los tropiezos y contratiempos serán parte del camino. Ahí es donde la tenacidad y la resiliencia se vuelven fundamentales para modelar, desde el liderazgo, una actitud creativa frente a los obstáculos y una gestión emocional saludable.

La confianza en el proyecto y en la estrategia que lo enmarca será clave para convivir con los riesgos propios del crecimiento, convocando recursos que complementen tus talentos y experiencias. Esa transición requiere un cambio de mentalidad y un reposicionamiento: ver la empresa —y gestionarla— desde otra perspectiva. Supone pasar de ser un gestor individual a convertirte en un líder capaz de convocar, inspirar, dirigir y alinear estratégicamente al talento a tu cargo; pasar de trabajar dentro del negocio a trabajar en el negocio: articulando una estrategia sólida, construyendo una cultura organizacional robusta y transmitiendo, de forma auténtica, la misión y el horizonte de éxito compartido.

Y, por supuesto, el crecimiento puede requerir la entrada de inversionistas o socios que aporten capital y experiencia, lo que implica aprender a compartir y gestionar con otros el poder y la toma de decisiones.

Al final, crecer como emprendedor es crecer también como líder: un proceso de evolución personal que transforma la visión, amplía el impacto y redefine lo posible.