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Confiar en las nuevas generaciones

por Alfredo Carrasquillo

martes, 5 de diciembre de 2023

Hace algunas semanas, en un brote de entusiasmo y esperanza frente a una buena idea, un gran amigo e integrante como yo de la generación X, auguraba que su puesta en marcha podría tener efectos transformadores y ser un importante legado generacional al cambio que tanta falta hace en nuestra isla. En una reacción asimismo apresurada, y seguramente injusta, le respondí convencido de que no, de que nuestra generación tenía que aceptar ya, con humildad, que fracasó en dar paso a muchas de las innovaciones imaginadas para hacer de nuestra tierra una más próspera y amable para todos. Le propuse, en cambio, que aprovecháramos la inmensa y privilegiada oportunidad que tenemos como la generación mayoritaria actualmente en roles de liderazgo. Podríamos cumplir, le dije, una función capital: confiar y apoyar a las nuevas generaciones que vienen detrás nuestro, a idear y poner en marcha las soluciones que construirán un Puerto Rico capaz de devolvernos la ilusión y el enardecimiento.

No desconozco que el tema de las generaciones puede dar paso a generalidades y etiquetas peligrosas. Al mismo tiempo, constato a diario, las marcadas diferencias que hay entre distintos grupos etarios y cómo esa pluralidad se manifiesta en valores, expectativas, anhelos, actitudes hacia el liderazgo y la autoridad, prácticas de consumo, uso de tecnologías, metas, preferencias, comportamientos, compromisos y fuentes de motivación de diverso cuño. Si bien hay baby boomers que se comportan como millennials e integrantes de la generación X que parecen exhibir comportamientos de los zeta, tales casos devienen excepciones frente a tendencias y patrones indudablemente mayoritarios.

Mientras somos testigos de la marcha gradual de los otrora ilusionados baby boomers hacia su jubilación, la pequeña generación X se consolida como la clase dirigente en buena parte de las organizaciones y los millennials, con una indudable impronta por repensar, entre otras cosas, la conciliación vida trabajo, comienzan a dar cuenta de sus estilos y actitudes en el ejercicio de sus primeras experiencias de liderazgo.

Tras ellos, la generación Z o los llamado centennials van culminando sus estudios universitarios y llegando a los centros de trabajo con unas características bastante particulares: una generación crecida en medio de la precariedad socioeconómica, testigo de sucesivos desastres y de un mundo mucho menos amable y próspero del experimentado, a su edad, por las generaciones que le precedieron, consciente del peligroso lastre del calentamiento global y los riesgos del cambio climático, y mucho más consciente y aparentemente abierta a pensar los efectos de todo ello sobre su salud mental y bienestar socioemocional. Interesantemente o como resultado de todo lo anterior, parece tratarse de una generación deseosa de tener sentido de propósito, compromiso con el cambio, apertura y flexibilidad frente a lo que necesite transformarse y, lo que es más importante, con voluntad política para impulsar cambios en el mundo.

Si esas señales continúan asentándose y traduciéndose en proyectos y propuestas de valor, haríamos bien en dejar a un lado el resentimiento y la sospecha hacia los más jóvenes, recibirlos con confianza solidaria y darles el apoyo y los espacios necesarios para idear, articular y construir nuevos proyectos de país para beneficio de todos.

Fuente: El Nuevo Día https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/guerras-fratricidas-vs-nuevos-proyectos-de-pais/